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El asesino silencioso

Este árbol lo conocí hace unos años, en un viaje a México, más precisamente, una selva inmensa que rodeaba las ruinas de Chichen Itza. Recuerdo que en ese momento me llamó mucho la atención.

Pregunté como era su nombre y me dijeron, lo que ves al rededor del árbol se llama Mata Palo. Los lugareños lo llamamos el asesino silencioso.

Pregunté el porqué de esa denominación. Mira sus raices, me dijeron, vez que algunas crecen para arriba y rodean al árbol?

Si, lo veo, y porqué asesiono, acaso no lo protege de algo? No. Es asesino porque de esa forma va ahogando al arbol, le tapa sus “poros”, los seca y los mata.

Ese argumento caló muy hondo en mi. En ese momento no lo reconocia bien.

Pero ese fue el viaje que cuento en mi libro Despierta, en ese viaje yo comenzaba una especie de sanación profunda interior.

Mientras escribia Despierta, la hiatoria de estos arboles volvieron a mi, y entendí porqué me habia hecho tanto ruido al verlo.

Las raices son nuestras creencias. De ellas surgen nuestros pensamiento, emociones, acciones y resultados.

Cuando esas creencias no nos pertenecen, aunque las adquirimos como propias, o nos limitan para crecer, hacer o creer, nos van asfixiando, nos alejan de nuestra esencia, nos secan y parecemos vivir en forma automática, sin sentir, ni pensar, ni creer.

Yo estaba pasando por ese momento, destruir creencias que generaron en mi una personalidad adquirida que no era congruente con mi ser y me estaba secando de a poco.

Por eso siempre la historia del mata palo viene conmigo, para recordar que las creencias que tengamos deben ser nuestras y deben potenciarnos, acercarnos al auto descubrimiento, identificar si nos empoderan o nos limitan y trabajar sobre ellas.

Esto lo trabajo mucho en el dia a dia en mis talleres o asesorias. No nos damos cuenta tal vez, peri pasa y mucho.

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